viernes, 12 de diciembre de 2008

Episodio II - La heladeria

Frente a la plaza de Caseros, frente a los puestos de libros usados, había hace muchísimos años una heladería. Yo iba a esa plaza muy de vez en cuando (cosa que se revertiría años después), y esa tarde, el calor arreciaba.

Me crucé entonces, con mis calientes 19 años, a buscar algo que me refresque, y entré a la heladería. Una cuarentona hermosa, rubia del estilo "ex morocha", con una pollera blanca de jean, excesivamente corta. Cubría decentemente una cola aparentemente firme. Mientras me fijaba en eso, esperaba que me atendiera, porque había otro cliente antes.

Este le pidió vaya uno a saber que sabores, y la heladera se agachó mas de la cuenta, a un balde medio vacío a buscarlos.

El detalle, es que la pared de atrás estaba COMPLETAMENTE ESPEJADA. Del piso al techo, y a lo largo de todo el pequeño local, un espejo pulido e impecable.

Apareció entonces, para mi total asombro (y el del otro cliente también), una tanga blanca perlada, envolviendo un empanadon increíble. Una visión del cielo, la tierra, el infierno y la perdición del alma juntas. Ahí estaba la veterana dueña mostrándonos lo mejor de la heladería. De todas las heladerias de la zona, tal vez del país, del mundo.

La base de la cola, muy firme, tostada por el sol, de formas perfectas. No hubo medias, ni nada que turbara esa imagen inolvidable. Hasta aparecieron algunos tímidos vellos escapando de la trusa.

El otro cliente, vió lo mismo que yo, y se dió cuenta varios segundos después, que no estaba solo. Lentamente, como en una película, fuimos dando vuelta la cara al mismo tiempo para mirarnos.

Con los ojos nos preguntamos si habíamos visto lo que habíamos visto. Si, efectivamente. Habíamos visto lo mejor del lugar. Y al instante se selló un acuerdo tácito de silencio entre nosotros.

El otro cliente agarró el helado y se fué. Y entonces, rubia-con-culo-perfecto-y-concha-abultada-e-inolvidable, me preguntó que quería.

No tengo idea que respondí. La visión anterior me seguía hostigando. Supongo que balbucee un par de sabores que ni siquiera me interesaban. Ella, se agachó nuevamente, pero esta vez estábamos solos.

Me quedé mirando ese espejo, apoyado con los codos en el mostrador.

- No se si haga bien en decírtelo... pero... - le señalé el espejo
- ¿Que tiene?
- Es que... bueno...

Miró al espejo, y a mí, repitiendo esa secuencia varias veces.

- Es que cuando te agachás a buscar el helado... bueno...

Se puso seria, me miró, y me dijo con sarcasmo:

- Bueno, espero que lo hayas disfrutado...
- No... es que... bueno, si, mucho, pero no era mi intención...
- Pensá en ella cuando llegués a tu casa - me dijo cruelmente

Sonreí con vergüenza, agarré mi helado, y salí corriendo de ahí. Derecho a casa. A llamar a una vieja amiga...

8 patadas en el orto:

Nati Alabel dijo...

Tan lindo puede ser un culo a los 40? me da esperanzas!

El gato vagabundo dijo...

Nati: No sabes lo que era ese culo. Y bueno, el resto tambien. A mi, siempre me gustaron tirando a grandes...

Va a venir la historia de la secretaria dentro de poco...

ElFlaco dijo...

Che Gato tu amiga es la Viuda esa que todos conocemos ????
Vamos bien !!! con este me quede como con ganas de saltar el mostrador y llenarla de helado.

El gato vagabundo dijo...

Flaco: Ma' vale! La que acompaña a todas partes. Esa amiga fiel que todo señor posee! (excepto Scioli)

Wakapinka dijo...

gato, me parece o tenés/ías un fetiche con las cuarentonas? (lanera y heladera)
Si es así, coincido con Natalia, ta bueno saber que a los 40 podremos seguir siendo la fantasía de algún tierno veinteañerito!

El gato vagabundo dijo...

Waka: No se si fetiche. Me gusta mas la serenidad y la claridad del que ya pasó por mi actual sendero. Supongo que me gusta que me lleven de la mano.

Y a los 40, las mujeres son 10 veces mas hermosas que a los 20, eso, tenganlo por seguro.

Ojo, que las de 20 tambien tienen lo suyo eh!

Mona Loca dijo...

Contenta tiene uqe estar la cuarentona de despertar ratoncitos en un veinteañero!!!

Y te lo digo como cuarentona!
;)

Laura dijo...

se se, a esto me refería cuando dije bendita madurez. Te da la "impunidad" de decir cosas que a los veinte no te animarías (y por supuesto disfrutarlo)