miércoles, 10 de diciembre de 2008

Bitacora de vuelo - Episodio I - La laneria.

Respondiendo a los pedidos desesperados de los lectores, publico la primera de las historias. Se medirá la repercusión del mismo para saber si merece continuidad.

La lanería

Había en mi barrio una señora, digamos, grande para mi, y bonita. Yo tendría 22 años. Ella rondaría los 40. Tenía un local de venta de lanas.

Cada vez que pasaba, me daban ganas de entrar, aunque sea para verla y salir corriendo. Pero, ¿con que excusa entraba? Era tan difícil el acceso para mí, como el de un manco a un negocio donde venden solo guantes. ¿Para que querría yo lana?

Cierto día, llegó la oportunidad. Mi vieja andaba desarmando pulóveres viejos para recuperar la lana.

- Vieja, dejate de joder, decime que lana necesitas y te la compro
- Pero no... es para no tirarla, me da lástima
- Dale ma, decime que lana necesitas…
- No necesito...
- Ma, me gusta la de la lanería, y es la única vez que tengo una excusa para ir
- Comprame cuatro madejas de rústica.

Salí para la lanería, con ánimos de ver a la veterana que me provocaba tantas pajas al día, y tantas puteadas de mi viejo en la puerta del baño, donde me encerraba horas.

Cuando llegué ahí estaba ella. Se llamaba Mara.

Lo sabía porque me lo había chusmeado la almacenera. Estaba atrás del mostrador, con sus tetas chiquitas, enfundadas en una camisa entre dorada y marrón oscuro, una pollera entallada color camel (para mi siempre va a ser marrón claro) que le apretaba un poco la cola, hermosa, paradita. Siempre me había gustado la cola de Mara.

- ¿Que andabas buscando? - me preguntó
- Buscaba a Mara - le dije - porque me dijeron que tenia lindos ojos

Mara sonrió tímidamente, y entonces lo supe. Había llegado bien profundo.

- Tendrás por casualidad lana rústica?
- Me parece que hay algo que entró ayer, y todavía no lo pude desembalar
- ¿Color natural?
- Si. Es el único que traen en rústica. Pasá por acá y te muestro.

Me hizo pasar atrás del mostrador, y le vi las piernas. Medias de color "tostado" que para mí, son marron oscuro, y unas chatitas.

Las piernas, hermosas, bien cuidadas. Me hizo pasar por una puerta que había atrás del mostrador. Esta puerta daba a un pasillo largo y angosto, que pasaba por atrás del local del video club que estaba al lado, para desembocar en un pequeño depósito donde guardaban las cajas y bolsas que venían de la hilandería. La luz de este iluminaba apenas el pasillo.

Nunca llegamos al depósito.

A mitad del pasillo, me dí vuelta y me jugué la vida. Si me salía mal, quedaba encerrado en ese pasillo, a merced de vaya a saber quien. La adrenalina fluía por mí como lava por el Vesubio en erupción.

Ella venía con el envión, distraída, y la sorprendí mirándome el culo. Cuando levantó los ojos, me miró, y le comí la boca.

Reaccionó mal, claro, porque la sorprendí. Me alejó con sus manos instintivamente. Y supongo que entonces pensó en el marido. Me miró fijo, cerca de 2 segundos. Y arremetió con todo. Me besó de tal forma que pensé que iba a perder unos cuantos dientes en esa maniobra.

Cuando reaccioné, le agarré las tetas. Chiquitas, lindas, me entraban en las manos, los pezones estaban duros. No se resistió, no. Me agarró del culo, y me hizo apoyarle la pija dura en el abdomen. En medio del beso, suspiró. Y se dió vuelta.

Me miró sobre su espalda, sonriente, y se levantó la pollera. Tenia medias tres cuartos… casi me muero. Tenía tambien una bombachita que se perdía en la cola apenitas. Esa cola de piel suave con la que había soñado y bautizado en mis veladas de baño.

- Uno rápido - me dijo.

Y eso fue todo lo que se habló.

El pasillo no daba para mucha maniobra. Apenas si podía ella inclinarse un poco, y yo a duras penas pude sacar la billetera y el forro que había en ella.

Con los dientes y la mano derecha abrí el forro, mientras que con la izquierda le corría la bombacha. Me cubrí la pija, y Mara ya estaba hecha una furia.

Estaba muy mojada, así que la clavé rápido contra la pared. Ella se ponía en puntitas de pie, abierta, esperándome. Como me quedaba algo incomodo, la levanté de la cintura un poquito con las manos, y ahí se desató la tormenta.

Mi calentura de pendejo, y su calentura de matrimonio descuidado, se juntaron, y la cogí como nunca volví a hacerlo. Rápido, rapidísimo, nada de suavidad. Nada de tiempo.

Ella gemía despacito, entrecortado, mientras a través de la puerta apenas entreabierta se escuchaba a una clienta que decía "hola, hooolaaaa".

Acabé rapidísimo, menos de 5 minutos me llevó explotar adentro de su concha inflamada.

Ella lo estaba gozando mucho, y acabó segundos después de mí. Supongo que por la emoción, la aventura.

Mi corazón se escuchaba retumbar en el pasillo. Respiraba por la boca para no ahogarme.

Ella se acomodó la bombacha, se bajó la pollera, y salió a atender, sonriente, como si nada hubiera pasado.

Estuve cerca de una hora esperando la oportunidad para salir, donde no hubiera clientes del barrio que me pudieran incriminar.

Cuando no hubo nadie, abrió la puerta y me dijo:

- Salí ahora. No hay nadie.

No supe que decir, ni que hacer. Solo atiné a besarla, cortito, como un beso de despedida.

- Este es un secretito entre nosotros - me dijo
- Me gusta este secreto...
- A mi también, pero nació y murió acá.

Me fuí a casa. Derechito. Sin la lana, y sin la leche.

10 patadas en el orto:

Nati Alabel dijo...

Continuidad merecida y esperada!!

Anónimo dijo...

La pregunta es: de verdad tenía la lana rústica en el depósito o lo que tenía era tantas ganas como vos? Ja! Voto por la continuidad!

El gato vagabundo dijo...

Naty: Bueno, veo que el lenguaje crudo y de la feria de los sabados tuvo aceptacion. Iremos por mas entonces.

Ceci: ¡No lo se!¡nunca la vi a la lana!. Me parece que ella me tenia ganas ahora que lo decis. ¡Que bueno!

Anónimo dijo...

Voto por la continuidad.
Creo que las medias tres cuartos la delata. Ella, cual niña exploradora, siempre lista!

Lu dijo...

Coincido con Nadasepierde. No cualquier atiende una laneria con medias 3/4, jajaja. El una girl-scout, sin lugar a dudas, jaja.

Entretenido y caliente relato, me gustó! jaja. Besos!!!

PD: Che, pero y qué onda con las lanas para tu vieja???

Lu dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Voto por la continuidad.

Loco, me hiciste "ver" la escena.

Adelante, turrazo culiao!

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Ese "adelante", me sonó a maestra de primario en el boletín...
uf.

Wakapinka dijo...

mmmmm... coincido con el público femenino, siempre lista ella...
Es así, a las chicas a veces nos gusta un "rapidito".
Como Claudio, adelante, niño Gato!

El gato vagabundo dijo...

Ana: Los comentarios me estan mostrando otra cara de los recuerdos. Si ella era una niña exploradora, yo fui entonces un ingenuo. Pero que lindo se siente ser utilizado asi!

Lucrecia: ¿las lanas?. Nunca las llevé a casa, mamá nunca preguntó. Y nunca tuve una campera de lana rustica. ¡Rayos!. ¡Debí comprar la lana en otro lugar!

Claudio: Sonó mas a propaganda de banco con carteleria azul. Pero sonó mas a un aliento. Gracias!

Waka: ¡Tanto tiempo!. Si hubiera sabido lo del rapidito hace 15 años, tal vez hubiera hecho una carrera promisoria. Bueno, no, pero al menos hubiera tenido muchisimas historias mas para contarles.