miércoles, 4 de marzo de 2009

IGUANA

En breve volverán las odas a los santos olvidados y las notas cómicas acostumbradas. Se publica la siguiente narración, para dar algunas pautas un poco mas claras de lo que pasa por estos días en el corazón. Para entender un poco mas a este señor que escribe. Es la última lágrima que necesito sacar antes de seguir riéndome de la vida.


Iguana

Pasaron casi ocho años, y el estampido aún resuena en las noches. No sería esa ni la primera, ni la última vez que estaría parado frente a un arma empuñada y sin seguro.

Ivana había aparecido por casualidad una tarde de verano. Mientras yo vagaba por la ciudad sin rumbo fijo, ella tenía un destino cierto. Esperaba entonces el tren a Retiro en la estación San Martín, aquella formación arcaica, aquel tren hecho de madera que circulaba por el ramal de Retiro a Suárez, que se asemejaba más al Arca de Noé que a un tren de pasajeros.

Cuando el tren llegó a la estación, el ladrón de unos 15 años saltó al andén con una mochila en la mano, mientras ella gritaba “Agarrenló!¡me robó el bolso!”. No lo pensé. Con un golpe bestial en la boca, detuve al pequeño ladrón que cayó de espaldas al piso. Mientras me agarraba la mano, doblándome de dolor, la gente que venía en el tren me gritó “¡Cuidado!”. Debí suponerlo.

El ladronzuelo no actuaba solo. Y la represalia vino inexorable, contundente, desde atrás. Caí al piso casi inconsciente, junto al primer golpeado, mientras la gente salía del tren indignada, gritando y gesticulando. Según me contaría Ivana después, me habían golpeado con un arma, y estaban apuntándome en el mismo instante que la gente salio del tren. Los ladrones salieron corriendo hacia el playón ferroviario, mientras que yo me paraba, aturdido, con la cabeza sangrando.

Me hicieron sentar, alguien me alcanzaba pañuelos de papel que iba poniéndome en la herida hasta saturarlos de sangre, todos hablaban y recordaban y reían y gritaban. A mí, me dolía la mano como el infierno. Ivana me hizo bajar en Luis Maria Drago, y de ahí, caminando hasta el hospital Pirovano, donde me suturaron la cabeza y me sacaron una placa de la mano derecha.

Desde que había subido al tren, Ivana me agradecía, y repetía algo acerca de un estudio. Supuse que era una universitaria, así que le agradecí el acompañarme hasta ahí y le dije “vas a llegar tarde a la facu”.

Ella rió.

- Hace rato que terminé – dijo.
- ¿Mucho?
- Como diez años.

Me dijo que tenía que irse, pero que me iba a llamar para ver como estaba. Cambiamos teléfonos. A la noche, cumplió su palabra.

- Lo que recuperaste eran cosas de mi estudio jurídico. Importantísimas.
- El tren está peligroso hoy en día.
- Lo que hiciste fue increíble – dijo – así que podés pedir lo que quieras.
- Bueno, no se si salís con tipos que tienen la cabeza cosida – contesté rápido
- La mayor parte del tiempo.

Las salidas se hicieron frecuentes, ella tenía un pasado bastante duro. Antecedentes de violencia familiar que la habían hecho salir abruptamente de su casa materna para refugiarse en un departamento monoambiente. Así que, mis salidas, básicamente se trataban de ir a su casa.

Le decía “Iguana” cariñosamente. Por la semejanza del nombre con el reptil. Nunca le molestó eso. Tampoco lo festejaba.

Pasamos varios meses intentando ser una pareja normal. Pero los conflictos internos de ella y mis frecuentes desapariciones en el tiempo, hicieron que la relación fuera una utopía. Ella exigía mayor compromiso, exigencias que yo respondía con evasivas.

La única coincidencia era entre nosotros la ausencia paterna. En su caso, el padre no intervenía en su vida. En mi caso, bueno, se trataba de ausencia física, que al final venía a resultar lo mismo.

Me invitó a pasar un fin de semana de invierno a una casa en las afueras, por la zona de Escobar.

Aquella tarde de Domingo, después de pelearnos durante todo el sábado, yo decidí volverme a casa. Sin ella. Y decidí también que las diferencias entre nosotros eran irreconciliables.

- Vos no necesitas a un héroe – le dije – vos necesitas al hombre que yo no puedo ser.
- Si te vas, no vas a volver a verme – sentenció.
- Creo, Ivana – dije remarcando la V – que va a ser lo mejor para los dos.

Cuanto me equivoqué. Ella se fue a la habitación principal, y volvió con un arma. No la tomé en serio. Hasta que me apuntó.

- Volvemos al punto inicial – dije – Un arma apuntándome. No es novedad.
- Si te vas… si me dejás
- Vos no necesitas de nadie, más que de vos misma.

Lloró amargamente, ante mi indiferencia.

- Si disparás, me haces un favor. Lo sabes.

Ella se apuntó entonces al pecho. Temblaba. Me acerqué y la convencí para que dejara el arma. Lloró durante una hora… y entonces lentamente se relajó, y pudo dormirse ya entrada la noche. Cuando se despertó, le dije que tenía que irme. Asintió en silencio. Sonrió. Y le dí un largo, último beso, de despedida. Le acaricié el pelo, mirándola a los ojos.

- Sos increíble. El único corazón que no podés conquistar, es el tuyo.
- Tal vez algún día...
- Seguro que sí. Es inevitable.

Llegué hasta la terminal de Escobar para tomar el colectivo hasta Panamericana y Avenida San Martín. Mientras esperaba ahí el 161, sentí un frío que me recorrió la espalda.

Su suicidio salió en los diarios del martes a la mañana. Lo venía elaborando mucho, ya desde antes de conocerla.

Quise creer alguna vez, que la conocí solo para regalarle unos meses mas de vida. Intento convencerme de eso. Pero a cambio, lo unico que consigo es mantenerla viva en la memoria.

Cada noche, al acostarme, no puedo evitar escuchar el estampido del arma en su mano. Aquel que no escuché, ni pude evitar, por no estar presente. Y la culpa vuelve a aparecer, para dejar su cuota diaria de veneno en el alma…

10 patadas en el orto:

ElFlaco dijo...

Solo puedo intentar imaginarme lo que te pasa Gato, imposible saberlo a ciencia cierta.
Hay miles de millones de cosas que no podemos manejar, ni impedir ni anticipar y esta bien que asi sea.
Cuando murio mi viejo todas mis hermanas trataban que mi vieja se olvidara y volviera a vivir yo en cambio solo le pedia que aprendiera a vivir con su recuerdo que olvidar le seria imposible, no se como se hace eso, no se ni como lo intentaria hacer yo pero tenelo en cuenta por ahi vos si podes encontrar la forma.
Para mas dato mi vieja si pudo y aunque muchas veces le duele en el alma y lo sueña cada noche despues de casi 10 años ahora vuelve a sonreir y a hablar de el como un lindo recuerdo que lleva en el corazon y no con el dolor de todo lo que no pudo o no supo hacer.
Saludos hermanos.

El gato vagabundo dijo...

Flaco: Exactamente lo mismo pasa en la casa de mi vieja.

Yo creo que uno no debe olvidar. Uno debe recordar y agradecer que tuvo la posibilidad, la enorme fortuna de conocer a ese tipazo.

Los que gambeteamos a la muerte seguido, aprendemos que lo mas valioso son los minutos, y no las cuentas bancarias. Vos tanto como yo, sabés de eso.

Nati Alabel dijo...

Aunque hubieras estado presente aquella noche, no hubieses podido evitarlo. Hubiera sucedido de todas maneras, porque no era algo que dependiera de vos, sino de ella. Nadie puede insuflar a nadie el deseo de vivir. Se puede alimentar, sí; pero si no nace de la otra persona, no es posible.
Qué historia amarga Gatito...me pregunto porqué la subiste al Salvaje y no al Vagabundo.

El gato vagabundo dijo...

Porque la cuota diaria en el vagabundo, naty, estaba cubierta ya.

Además, porque en el salvaje, están los que me conocen mejor. Los que de alguna manera me quieren.

Alla está la mayoria de los que vienen a buscar el cuento.

Esto es como mas intimo.

Anónimo dijo...

Qué más decir... Yo coincido con Natalia, esas decisiones están tomadas desde hace mucho tiempo, y nunca son el resultado de una sola cosa. De todos modos hubiera sucedido.
Y vos la ayudaste más de lo que pensás.

Anónimo dijo...

Qué más decir... Yo coincido con Natalia, esas decisiones están tomadas desde hace mucho tiempo, y nunca son el resultado de una sola cosa. De todos modos hubiera sucedido.
Y vos la ayudaste más de lo que pensás.

Mona Loca dijo...

Mmhhh...
Me quedo pensando qué decirte, porque me quedo pensando exactamente qué quisiste decir.
( sentiende? qué lío!)

Uno trata de encontrar sentido a cosas que no lo tienen, y que si lo tienen, está fuera del propio entendimiento. Con suerte, alguna vez se devela el misterio.

Por ahí estaría bueno cambiar la pregunta. No "si la conociste para regalarle un poco más de tiempo" sino...para que te sirvió a vos.

Suponer que hubieras podido evitarlo es (natural pero) ingenuo. Y mentiroso. Y autoflagelante. Porque no se puede vivir pegado a la otra persona. Con el miedo por el qué hará. Así son dos los que se mueren.

No es exactamente lo que quiero decir.
No sé si es acá a donde apuntás.
( volvé a leer el principio del comment...)

Bueno. Ya va a volver a surgir el tema, y entonces, relacionándolo con éste, voy a entender.

Te dejo un beso grande.

Y me gusta lo que dijiste de la gente que está acá.
Porque yo estoy acá.

más besos.

La Rusa dijo...

Gatito! Me quedé sin palabras, pero tengo abrazos y besos para dar

Laura dijo...

hey....qué te anda pasando estos días que estás revolviendo viejos dolores?
coincido en eso de que no sirve ni es logico tratar de olvidar sino que hay que aprender a vivir con los recuerdos, pero Gatito, hace varios días que venís bajón...
ojalá haya sido suficiente catarsis ya, te dejo un beso

El gato vagabundo dijo...

CECI: Si, lo sé. Tal vez no sea culpa lo que siento. Tal vez sea esa duda de "que hubiera pasado si". Yo creo que estaba pidiendo a gritos que la deje sola...

MONA: Yo te entendí, aunque no puedas creerlo. Entendí. Y la idea que me da vueltas siempre es esa. Preferible uno, y no dos.

RUSA: ¿Y acaso no son mejores que todas las palabras del mundo?

LAURA: Ya está... fué suficiente descarga emotiva... ahora otra vez a la risa!