viernes, 27 de febrero de 2009

Los Guantes de Latex - Parte II

- ¿Sos odontólogo? - me preguntó la chica que atendía el local
- No... asesino serial - dije mirándola fijo.
- ¿en... en serio?
- En serie - corregí y me reí - No... en realidad son para una amiga...

Ella me miró y seguramente pudo percibir alguna extraña mueca de mi rostro, porque al instante bajó la mirada, cohibida, o arrepentida de haber preguntado.

Cuando pagué en la caja, ella se me acercó.

- Es una perversión bastante común - me dijo - supongo que por el lado del látex.
- Yo creía que por el lado de la ginecología - dije desde mi inocencia
- en ese caso no es una perversión en nosotras, es una aversión.
- Claro - dije sin haber pisado jamas un consultorio ginecológico.
- No... me parece que tiene que ver más con su semejanza a la piel.
- Gracias... nos vemos. - dije y encaré la puerta.



Me fuí levemente avergonzado Ahora entendía un poco más el tema de Pamela, y me llevaba el dato de que los guantes de látex era un fetiche bastante común en la gente. Tal vez por eso los dentistas empezaron a ganar y coger mucho mas a partir de las medidas de higiene que obligatoriamente tuviero que adoptar a partir de la explosión del SIDA.

El tema, claro, era que hacer con la turca. No me animaba a ir a su casa. ¿Caería en su puerta como el granizo, inesperado e indeseable?¿Sacaría la caja de guantes en el instante que me ofreciera un mate?¿Iba a ir a su casa después de todo?. No.

Lo único que podía realmente hacer en aquella época, era extraviarme cada tanto, dejar la cabeza vagar mientras empezaba a elaborar un duelo evidente. No podía pensar con claridad, supongo que por eso, había ido a comprar la caja de 100 guantes de látex. Era irracional, como todo mi accionar en aquel entonces.


Así, pasó agosto, septiembre, y octubre. En noviembre me llamó Patricio un miércoles al trabajo.

- Boludo, te estoy buscando hace bocha - dijo exaltado
- ¿Te pasó algo?
- Me llamó Carina, mi compañera de facultad.
- No se quien es negro...
- ¡La del departamento de bilbao boludo!
- Ah... yo no fuí, lo que sea que hayan roto.
- Me comentó que la amiga le había hablado algo de vos

Mi cabeza empezó a flotar nuevamente. Las imágenes se arremolinaban y aparecían claras, y luego borrosas, como viendo a través de un tornado. La turca hablando de mí. Los guantes. La noche de aquel sábado, la cara de mi viejo en el ataúd. Sentía como si me golpearan y acariciaran alternadamente, a una velocidad furiosa, sin poder reaccionar.


- ¿Y eso que tiene pato?
- Le dí tu teléfono - me dijo seco.
- Bueno, no sé... no tengo ganas de nada.
- Si, lo sé. Por eso YO le DI TU teléfono. - remarcó
- No me interesa nada ni nadie, loco, entendeme.
- Yo te entiendo pelotudo, pero no podés estar así todo el día.
- No sabés. A vos no te pasó. El que está muerto es el tipo que ví desde que tengo memoria.
- SI TU VIEJO VIVIERA TE CAGARIA A PATADAS EN EL ORTO, FORRO! - gritó.


Corté. Me reí, un par de minutos. Después de eso, lloré desconsoladamente, convulsivamente. Lloré como nunca antes. "Si mi viejo viviera" resonaba como un trueno en un valle. Fué ahí que empecé a darme cuenta de lo que realmente estaba pasando.


Al otro día me llamó Pamela a mi casa. Propuso encontrarnos a cenar en una pizzería de Primera Junta. En aquel entonces, encontrarse en una pizzería me parecía mas de amigotes borrachos que de una cita. Por eso, contrapropuse pasarla a buscar por su casa. Increíblemente aceptó.


Ese fin de semana, llegué hasta el edificio, toqué el portero eléctrico, y me dijo "Subí" mientras activaba la chicharra. En aquel entonces, las puertas de los edificios rara vez se cerraban con llave. Y el encargado de edificio era un personaje desconocido, oculto siempre en su guarida.


Cuando bajé del ascensor, antes de tocar el timbre de su puerta, saqué del bolsillo un sobre (venían como las gasas en sobres cerrados) con guantes, lo rompí, y me los coloqué. No eran como los que había visto en el local. Ya no importaba.



Así, toqué y esperé a que abriera la puerta del 8°C.


(Continuará)

4 patadas en el orto:

Nati Alabel dijo...

Patricio es un capo. Qué manera de poner los puntos, eso es un amigo.

Anónimo dijo...

Qué final! así nos vas a dejar hasta el lunes??

Laura dijo...

y buen...habrá que esperar hasta el lunes nomás......

ElFlaco dijo...

A eso llamo yo no perder tiempo en boludeces y hacerle caso a la Turca que te dijo que tenes una sola oportunidad cuando entres en la casa.
Con el guante en la mano o le mitigas el fetiche a la morocha o te lo hace perder en el orto con una llave de lucha libre.
Esperamos el final.