miércoles, 17 de junio de 2009

Amistades Peligrosas

La negra Marcela era un calco de Susana Romero. Aquella negra tremenda que trabajaba con Olmedo y que, después de la muerte del cómico, se dedicó supongo a cultivar rabanitos en Villa Ortúzar, porque en la tele, se la volvió a ver muy rara vez.

La negra tenía un sex-appeal arrollador. Tal es así que la primera vez que la ví fué en una reunión de amigos, y me sentí intimidado por ese monumento a la bestia infernal.

Por supuesto, Marcela no me dió ni pelota. Ella estaba casada, y tenía un hijo. Pero vaya a saber porque, a mi no me cerraba muy bien su imagen de madre de familia. Era demasiado salvaje. La imagen de ella como "señora de su casa" era comparable a lo normal de ver a un lobo en un pelotero lleno de chicos.

Con el tiempo me enteré que la negra era muy amiga de mi novia.

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Un día, suena el teléfono de mi escritorio. Era ella. Me llamó a mi (había anotado el teléfono así como quien no quiere, por si no podía ubicar a mi novia) para ver en que andába. De esa manera se estableció un canal de comunicación con la negra Marcela.

Siempre llamaba cerca del mediodía, y una vez, palabras van, palabras vienen, me hizo el comentario de que yo, era "lindo", y acto seguido, confesó cierto "interés" en mi.

Definitivamente sorprendido, me quedé sin palabras. No es fácil soportar semejante confesión cuando se tienen tiernos veintipico. No comenté nada a mi novia aquella vez. No quería que hubiera problemas, y menos por algo que podría yo haber "malentendido".

La negra Marcela se perdió de mi vista cuando por razones de compatibilidad decidimos separarnos con mi novia, para tomar rumbos distintos. Pero a los pocos meses sonó nuevamente el teléfono de mi oficina...

- ¿Así que estás solito ahora?
- ¿Marcela?
- Si... ¿estás solo o no?
- Si... bueno, decidimos seguir cada u...
- Hoy a la tarde nos podríamos ver entonces.
- ¿?...
- Salgo a las 5 del laburo... Av Caratazzolo 2028
- ¡!...

Cortó. A mi, el tubo me quedó pegado al oído por un rato largo, hasta que un compañero me revoleó una abrochadora N°64.

- ¡¿Que te pasa boludo?!
- No... nada... estaba... nada.
- ¡Entonces imprimime la planilla de edificios de una vez pajero!

A las 5 de la tarde estaba yo parado en Avenida Caratazzolo. A las 5:30 estaba viajando en un colectivo, mientras la negra Marcela se dedicaba concienzudamente a explorarme la dentadura con la lengua. A las 6, estaba en un hotel alojamiento, intentando entender la ilógica de la vida, mientras la negra transpiraba y aullaba como un lobo a la luna llena. Finalmente era un lobo en un pelotero.

Su intensa humedad me nublaba la razón, y una apenas visible marca de cesárea tenía mi vista cautiva, mientras las sensaciones se multiplicaban a cada instante.

"Sos hermoso" decía ella.
"Estás tan lindo"...

Mi mente seguía dispersa.

"¡Que rico lo que me estás haciendo sentir!" sentenció.

Como en un show de Tusam, desperté de mi hipnótico sueño ante esa frase. Me di cuenta de que de alguna forma, estaba cumpliendo varias fantasías al mismo tiempo: La negra Marcela, la mujer casada, la mujer con hijos, la escapada del laburo al telo, la amiga de una (ex) novia, la mujer mayor que yo...


Cuando terminó toda aquella locura, mi intención era quedarme tendido en la cama, conversando, como solía hacerlo con cada mujer con la que estuve. Ella en cambio se levantó enseguida, fue a bañarse, y cuando salió se empezó a vestir a las apuradas.

Me sentía yo el infiel dueño de casa, y no el amante clandestino.

Mientras se vestía, sonó un celular en el piso, entre la ropa. Me hace la señal de que me quede callado. Era el marido. Quería saber donde estaba.

- Vine de mi vieja... - dijo ella con toda naturalidad - en una hora estoy por allá.

Cortó y me sonrió.

- No soporta ir a lo de mi vieja - me dijo.

Sonó mi celular entonces. Era mi ex novia. Ahora me preguntaban a mi donde estaba.

- Estoy donde quiero estar - dije.
- ¿Y donde sería eso? - inquirió.
- En la isla de la fantasía.

Corté y apagué. Salimos volando de aquel hotel, derecho a la estación de tren. Viajamos abrazados, mirándonos a los ojos, mientras la gente terminaba de volver a sus hogares después de otro día común de trabajo.

"Sos hermoso" - me dijo - "hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien en la cama."

Y yo le creí. Cada palabra. Aun ante su incauta promesa de volver a juntarnos, sabiendo que esa era la última vez que la vería.

Al tiempo, mi ex novia me volvió a llamar. Me dijo que Marcela le había preguntado por mi. Intenté sonar asombrado, pero ella ya lo sabía todo. Conocía a su amiga mejor que yo. Se la oía indignada.

- Al menos fué lo suficiente buena amiga como para esperar que nos separemos - dije.
- Es cierto... no lo había pensado.

Fué la ultima vez que hablé con ella.

Cada tanto, Marcela me llama por teléfono. Me pregunta en que ando, hago las mismas preguntas, y nos despedimos sin muchas vueltas. Ellas, siguen siendo amigas

Y yo... ya no creo en imposibles.

3 patadas en el orto:

Mona Loca dijo...

Por si le resulta de interés chusmero, la negra Romero es actualmente artista plástica.
No sé de qué calibre.


Mire,leyéndolo le puedo decir una cosa: usté no se ha privado de nada, m'ijo.
No cualquiera puede hacer realidad todas las fantasías que tiene.

Me alegra por usté.
Y me da un poco de envidia.

besitos!

Anónimo dijo...

y la abrochadora 64!!??

que fue de la vida de ella!

El gato vagabundo dijo...

Mona: He tenido muchísima suerte en la vida... creame. Aun hoy la sigo teniendo.

Blmp: La abrochadora lamentablemente murió, cierto dia que la quisieron hacer abrochar media resma de hojas A4. Se le doblaron los broches adentro de una forma tan cruel e irremediable, que su cuerpo pasó a ser entonces un horrible y ordinadrio pisapapeles.